Fronteras imaginarias de una región única en el mundo

Nos despertamos muy temprano, adormilados y esperando una larga jornada de carretera, pero con una gran expectativa: iniciamos una nueva etapa en nuestro recorrido. Cruzar nuestra primera frontera es siempre un reto, una incógnita y nos infunde respeto y nerviosismo. Más si pensamos que al otro lado no espera un país como Bolivia, y su parte de la región del Chaco. Un país cargado de contrastes, sorpresas e ingenio, que comenzamos a descubrir desde los primeros metros de territorio boliviano en la misma frontera.

Después de superar el siempre temido cruce de esa línea imaginaria (más imaginaria aún si cabe en una región que bien podría considerarse un territorio uniforme incluso en los mapas) y de retratarnos con nuestros primeros encuentros en Bolivia, proseguimos nuestro corto recorrido hacia la ciudad fronteriza de Yacuiba.

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Tras un merecido descanso paseamos una ciudad transformada por el comercio fronterizo con Argentina convirtiéndose en la ciudad más grande del Chaco boliviano. Mucho antes, hasta 1925 la ciudad fue reclamada por la provincia argentina de Salta, si bien Bolivia consiguió “cambiar los paralelos”, modificando el trazo de frontera al sur del paralelo 22, para incluir Yacuiba en territorio boliviano. Acostumbrada a los cambios, recientemente ha vuelto a adaptar su rumbo a un fenómeno único del Chaco boliviano y del país, en ese camino iniciado por el proceso de cambio político, social y económico del país. La nacionalización del sector de los hidrocarburos y su explotación siguiendo este nuevo proceso ha afectado a la vida diaria y económica de sus habitantes, pero también de las comunidades guaraníes, a las que el comercio mantuvo al margen.

El Alcalde de Yacuiba y los trabajadores de la Alcaldía nos brindaron una calurosa bienvenida con la que pudimos constatar nuestra llegada a Bolivia y el protagonismo que este nuevo desarrollo ha significado para esta ciudad en el centro social y económico, aunque no geográfico, del Chaco boliviano.

Nuestras conversaciones con los habitantes de Yacuiba nos han llevado a cuestionamientos identitarios sobre lo que significa ser “chaqueño”, en una región en la que conviven – ¿cómo?- culturas diversas.