Otredades inconstantes, por Agustina Pérez Rial

Por Agustina Pérez Rial

Antes de comenzar el viaje, Paraguay era el único país que desconocía. Más allá de un encuentro mediado por el trabajo con mujeres migrantes paraguayas,1 nunca había cruzado la frontera para adentrarme en el país vecino. En Paraguay las dificultades para desplazarse por el territorio se solapan con las tensiones políticas, los procesos de transculturación de las poblaciones indígenas, sus problemas de acceso a la tierra y sus necesidades de vivienda. Problemas compartidos con el resto de la región pero que se perciben intensificados.

Los diez días en Paraguay fueron, en este contexto, tiempo y espacio para el encuentro con una serie de realidades heterogéneas. Mi mirada, como la de cualquier etnógrafa desprevenida tuvo que adaptarse rápido a esta diversidad cambiante que el itinerario del viaje proponía. Menonitas (la colonia menonita Fernheim), comunidades indígenas (los Enlhet de Campo Largo, los Ayoreo Totobiegosode de Chaidí, los Ishir de Puerto Diana o la comunidad de Sawhoyamaxa), líderes y referentes comunitarios/as así como académicos/as acompañaron esta experiencia tratando de hacer un poco más aprehensible una realidad compleja y escurridiza.

Es difícil trazar en unos pocos párrafos una crónica sobre estos diez días que duró el recorrido, es por eso que en este caso quiero detenerme en tres postales que me permitieron pensar algunos de los procesos ligados al hábitat y el habitar –eje de mi trabajo- en el territorio paraguayo

Los Enleth. Espacio, memoria e identidad.

El día 23 de nuestro viaje empezamos la mañana escuchando en el Fortín Boquerón a la socióloga, ingeniera agrónoma e historiadora Milda Rivarola, que nos propuso un acercamiento a la historia de la Guerra del Chaco y compartió con nosotros su valioso acervo cartográfico. Cuando la presentación terminó, nos esperaba un almuerzo con la comunidad Enlhet de Campo Largo. Hannes Kalisch, lingüista alemán, que vive en el territorio y ha conformado en él su familia, nos relata la historia del pueblo desde la Guerra hasta la actualidad.

Recuperar el nombre como signo de activación y preservación de una memoria

Recuperar el nombre como signo de activación y preservación de una memoria

Hoy el Chaco Central está ocupado casi enteramente por las colonias menonitas, mientras que los Enlhet viven en espacios reducidos. Es por esto que, a fines de marzo del año 2012, la comunidad Enlhet de Campo Largo, instaló una seria de carteles en el centro de la Colonia Neuland, llamada por ellos “Peetempok”, que marcan sus lugares tradicionales dentro del casco urbano actual e indican su significado original. A la tarde, junto a la comunidad, recorremos los carteles que instalaron como forma de reivindicar su territorio. Un territorio que, según Kalisch, sólo esta reconocido en un 2%. Nombrar un espacio es una primera manera de apropiación y reivindicación sobre él, y también una forma de construir y preservar la memoria.

La jornada termina con una película: El País de los Enlhet: Peetempok, un documental que narra el proceso por el que fueron instalados estos carteles, signos de una memoria que se sostiene en la preservación de una lengua y con ella de su cultura.

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Proyección del film El País de los Enlhet: Peetempok en la Comunidad de Campo Largo

Título: El País de los Enlhet: Peetempok Dirección: Hannes Kalisch País: Paraguay Año: 2013 Género: Documental Duración: 50 minutos Disponible: https://www.youtube.com/watch?v=AOBVAsmdQwk

 

El fin del aislamiento. Ayoreos y transculturación

Al día siguiente de compartir nuestra jornada con los Enlhet nos adentramos junto a Tagüide Picanerai, joven representante de los Ayoreo Totobiegosode de Chaidí, en el territorio que ocupa su comunidad a unos 200 kilómetros de Filadelfia. Allí, en ronda, los pobladores nos reciben y comparten con nosotros parte de su historia y de su cultura.

Objetos intervenidos, elogio de la impureza

Algunas sillas vacías nos invitan a sentarnos y escuchar.El primero en tomar la palabra es Porai Picanerai, cacique y padre de Tagüide. Porai relata como el grupo evangélico estadounidense Misión Nuevas Tribus comenzó a perseguirlos a fines de la década del setenta obligando a la mayoría de los Ayoreo Totobiegosode a salir de la selva y asentarse en la Misión de Campo Loro, donde fueron incorporados al conjunto de diferentes grupos locales tradicionales. Será recién en el año 1993 cuando la comunidad iniciará ante el Estado Paraguayo la tramitación jurídica de su territorio. Entre los principales motivos de esta reivindicación, los Ayoreo señalan el impedir el extermino de sus parientes, en aislamiento voluntario, que aún se desplazan en los montes.

En esta comunidad el monte dialoga con un asentamiento en el que las casas son en su mayoría de madera. El olor a palosanto se respira en el ambiente y mientras las mujeres cocinan –una escena que ha insistido en todas nuestras visitas a las comunidades- los hombres avanzan en un relato que habla del desmonte y de los peligros que este conlleva para quienes aún viven allí, de la necesidad de establecerse para defender un territorio, a la vez que comparten con nosotros algunos de sus cantos y prácticas ancestrales.

Cuando la ronda de narraciones acaba decido ir a caminar por la comunidad. Fotografío las casas y algunos objetos. La presencia de un material me sorprende, y me habla de las trasformaciones de estas culturas: el plástico. Me detengo en un objeto: es un bidón de lavandina que fue reciclado e intervenido. Este elemento, elogio de la impureza, me fascina por la posibilidad de ser puente entre tiempos. En él dialoga el exceso consumista de la sociedad actual con la posibilidad creativa de reapropiación y reciclaje, dos formas diferentes de entender la relación con el presente.

Territorios en tensión: Sawhoyamaxa

El último día del itinerario amanecemos en Concepción y nuestro destino para esa jornada, y antes de culminar el viaje en Asunción, es la comunidad de Sawhoyamaxa. Allí han pasado más de 23 años apartados de su territorio ancestral, al borde de una carretera, miembros de la etnia Exnet que reivindican el derecho que la Constitución de 1992 les reconoce a seguir viviendo en las tierras milenarias de sus antepasados.

En 2006 la comunidad indígena Sawhoyamaxa logró una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos a su favor, en la que se hacía especial énfasis en la “vinculación cultural de los indígenas con sus tierras” y en las consecuencias que podían tener sobre ellos “el haber tenido que abandonar sus tierras ancestrales y el no poder cazar, pescar o recolectar frutos (…) nexo de causalidad directo sobre la pérdida de su identidad personal y cultural” (http://www.corteidh.or.cr/docs/casos/articulos/seriec_146_esp2.pdf ),

A este reconocimiento internacional se sumó en junio de 2014 una orden de restitución de 14.404 hectáreas a la comunidad Sawhoyamaxa, la mayor expropiación en favor de un pueblo indígena en la historia de Paraguay. Sin embargo, y a pesar de lo que reza la jurisprudencia nacional e internacional, las condiciones de vida actuales obligan a los Exnet a vivir en condiciones precarias mientras sus territorios ancestrales están en manos privadas.

En Sawhoyamaxa la realidad habitacional es índice de la tensión en la que las familias pasan sus días y a eso se suma la ausencia de una escuela que permita que los chicos/as asistan a clases en su territorio. Esto no aparece sólo como demanda articulada en las palabras de los líderes comunitarios sino también en las ilustraciones que los/as más pequeños hacen en un espacio que improviso para que dibujen.

Laura, niña énxet

Laura, niña énxet

El viaje termina y pienso en una frase que leí citada en un libro (Postales femeninas desde el fin del mundo. El sur y las políticas de la memoria de Karina Bidaseca y Marta Sierra) sobre un grupo étnico hoy extinto que habitó en la Isla Grande de Tierra del Fuego, los Selk’man:

De vez en cuando camino al revés

Es mi modo de recordar…

Si caminara hacia delante,

Te podría contar como es el olvido”

Lola Kiepja (chamana que se considera la última selk’nam)

La repito internamente y me convenzo de que ahora comienza el trabajo, desandando y volviendo sobre el camino recorrido.

1 Un trabajo que realicé como parte de un equipo de investigación coordinado por Norma Sanchís y Corina M. Rodríguez Enríquez y que culminó en la publicación del estudio: “Cadenas Globales de Cuidado. El papel de las migrantes paraguayas en la provisión de cuidados en Argentina” Disponible en URL: http://www.generoycomercio.org/areas/investigacion/libro-onu.pdf